Reseña

FEIJOO: «EN CUALQUIER FAMILIA SIEMPRE HAY UN SECRETO».

 Sabado 08 de octubre de 2011.

«Los puntos ciegos de Emilia», la escritora Cristina Feijóo explora una serie de dramas de una familia de clase media alta, atrapada en un dilema cuasi policial, determinado por circunstancias histórico-políticas de alto impacto en la Argentina de los últimos años.

El libro, publicado por la casa Tusquets, está centrado en una de las protagonistas, Emilia, en su esposo, Octavio, y en el sobrino político de la mujer, complicados en una trama donde la sordidez y los celos se enseñorean con el pasado, el presente y el futuro de esa familia que -a la luz de los desdichados- suele ser ejemplo de pundonor y honra.

Feijóo nació en Buenos Aires, y vivió hasta los 10 años en la provincia para después volver a la Capital Federal. A los 17 años empezó a militar políticamente en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Estuvo presa entre 1971 y 1973, y entre 1976 y 1979. Se exilió en Suecia hasta 1983.

A su regreso, formó parte del taller literario de Nicolás Bratosevich. Publicó los libros «En celdas diferentes» (1992); «Memorias del río inmóvil» (2001); antes había publicado «La casa operativa» (1998).

En diálogo con Télam la escritora confiesa que trabajó «muy a fondo la historia de las dos familias» sobre las cuales hace foco «Los puntos ciegos…» porque «uno de los subejes de la novela es la inmigración», dice.

En la historia, la inmigración no está nombrada como ral más que al pasar, «pero a mí me quedó un sedimento muy sólido para componer los personajes y entender el trasfondo emocional de las familias» ante la catástrofe.

«Los puntos ciegos…» no está ajena nunca a los avatares políticos del país, a pesar de concentrarse estrictamente en un episodio pasional -un drama burgués-, «una suerte de Madame Bovary postpsicoanalítico».

Feijóo, que fue fundadora, en el 2002, de la Cooperativa La Asamblearia, insiste con otro tópico clave en este texto, que además tiene la deferencia de no imponerse ni bajar línea.

«Es la cuestión de la violencia familiar como un aspecto silenciado, o naturalizado en el interior de cantidad de familias; sobre eso no se debe hablar», dice la escritora, que coloca como vector de la trama a una mujer que estará obligada a no callar».

La narradora dice que hablar de violencia familiar «es hablar, de otra manera, del machismo, del sometimiento de la mujer, porque hay que decir que el machismo, no sólo en la novela, es claramente transmitido por la mujer, que opera como una correa de transmisión de la ideología paternalista», subraya Feijóo.

Pero tampoco se trataba de ilustrar una tesis sociológica sino de contar una historia, y «Los puntos ciegos…» funciona como motor de esa historia: el encierro de Emilia, el descubrimiento insólito de la infidelidad de su marido, su venganza, el drama imparable.

Emilia avanza juntando datos sobrte la traición de Octavio, alimentando su resentimiento, pensándose como ajena a la situación que está viviendo: una erotómana reconvertida a «alma bella».

«En efecto, ella va descubriendo algunas cosas que no quería ver (y que no quiere ver); y lo curioso es que lo que `descubre`, no la lleva a comprender mejor si vida sino a enceguecerse más», precisa la autora.

«Ella es su propio punto ciego», agrega, «incluso un punto ciego respecto al futuro», porque «se va apartando de sí misma, y con los nuevos elementos sólo crea nuevos puntos ciegos, en reemplazo de los antiguos. Esa es su manera de cubrir la perspectiva de su realidad».

Emilia, «quiere descubrir verdades, pero en su lugar, multiplica las fabulaciones, las formas de autoengaño. Y este avance hacia construcciones falsas es lo que la termina precipitando en la desgracia».

Feijóo reconoce que no pensó, al escribir, en Madame Bovary, la novela de Gustave Flaubert, «pero pensándolo bien, mi novela podría leerse con ese trasfondo».

«Con la diferencia que en «Los puntos ciegos…» la perspectiva no es romántica. Porque la ceguera de Madame Bovary obedece a la pasión».

¿Y la reacción de Emilia? «Yo creo que es su imposibilidad de hacerse responsable de sus actos; el automatismo de hacer responsable de todo lo malo que le pasa a los demás. Y su propia cobardía».

Emilia es una mujer «que no se anima a enfrentar a sus propios sentimientos, a su complejidad, hacia su madre primero, y hacia su marido después», resume, e intriga Feijóo.

Por cierto, la novela «es una vuelta de tuerca al imaginario con el que trabajé siempre mis textos; y si bien tomo a una familia, sus alegrías, sus pesares, también están los aspectos de la vida social y política, y cómo influyen sobre esa familia».

Convendría «no olvidar que las determinaciones históricas moldean las subjetividades, las conductas, las reacciones, según las clases sociales y la vida pública de las personas».

«Emilia niega esa interrelación entre lo público y lo privado. Y Octavio, por el contrario, o la madre de la protagonista, registran esa tensión, su percepción está matizada.

La reacción al episodio de Cromañón es un ejemplo», dice la escritora.

La novela de Feijóo trabaja con los secretos que atraviesan a cualquier familia. «En toda familia hay secretos, algunos se comparten, otros no; hay pactos secretos, silencios; cosas que se ocultan, que nunca se sabrán. Es la marmita donde se cuecen las habas de la violencia doméstica», concluye la escritora.